Desperté como de un sueño, estaba echada en un campo de amapolas. Me incorporo y sólo veo amapolas hasta donde alcanza la vista. "Despierta, estás soñando", pero no lo consigo. El sol brilla con demasiada fuerza, y el cielo entero parece blanco con tanta luminosidad. "Este sitio no me pertenece", pero no me convenzo. Empiezo a andar colina abajo.
A mi izquierda aparece un castillo derruido, estoy segura de que no estaba aquí antes. "Cosas de los sueños", pero sigo sin poder despertar. Rodeo la muralla, "demasiado altas para estar derruido", pero es que ahora parece estar entero. Me cuelo por una ventana enorme, con cristaleras rotas. Me corto al pasar, y duele, sangro y me chupo la herida, "demasiado real para ser un sueño". Dentro todo está más gris, esto parece más mi mundo. Por un instante veo una sombra detrás de una esquina. "Este sueño no es mío", me siento como una visitante inesperada. Ando por el laberinto de pasillos, buscando al verdadero dueño.
En una esquina llora un niño. Me acerco y se acurruca en su esquina, esperando a que me vaya.
- Tranquilo, no voy a hacerte daño.
- Eso aquí no lo decides tú.
- ¿Sabes dónde estás?
- Sí, estoy soñando.
- Es un castillo bonito.
Me mira atónito, y mira alrededor con desesperación.
- ¿No los ves?
Miro las grises paredes, la luz de colores que se cuela através de las cristaleras, y los rayos blancos de los agujeros.
- No veo nada.
- No deberías estar aquí entonces, aquí no viene ningún inocente.
La sorpresa me va pudiendo, ¿qué estaba pasando? ¿qué había perdido por el camino?
- No... no entiendo, ¿ves más que yo?
De repente me mira con miedo las manos, dirijo mi mirada a ellas, ahora son garras. Siento la sed de sangre.
- ¿Estás haciendo esto?
- Te dije que aquí no decidías tú.
Sé lo que está pasando, su miedo domina sus sueños, igual que el mío domina los míos. Pero esta vez no sólo el soñador estaba en juego.
- ¿Qué estoy haciendo aquí?
- Yo te he traído, igual que traigo a los demonios, igual que muero todas las noches, eres parte de mi pesadilla, que acabará cuando muera - una lágrima de frustración resbala por su mejilla.
- Yo te sacaré de aquí.
- No, tú me matarás.
- No puedo, aquí yo sangro, en este mundo, yo soy real. No sé qué pasará si actúo.
- Que dejaré de soñar.
- Tienes que conseguirlo, tienes que sacarnos de aquí.- No es mi intención, pero mi voz empieza a sonar desesperada.
Mientras hablo me doy cuenta de que el niño tiene unos años más, ahora casi tiene mi edad.
- No eres inocente, si lo fueras no estarías aquí - su voz suena más grave, necesito volverla a escuchar.
- No, no lo soy, pero ahora necesito que me salves.
Se incorpora, es mucho más alto que yo, asiente con la cabeza, casi resignado. Cuando me coge en brazos ya no llevo vaqueros y camiseta, mi pelo me llega a la cintura y mi vestido blanco arrastra. Casi sonrío de ironía, ahora soy princesa en apuros.
Me deja en el campo de amapolas, y se da media vuelta, vuelve al castillo.
- ¡No!, ¡espera!.
Ya no hay castillo, apenas quedan amapolas, y cuando abro los ojos estoy echada en el cesped de un parque. Lo he perdido, lo abandoné en sus pesadillas y no pude salvarlo.