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miércoles, julio 12, 2006

Buscando un culpable

- Sabía que esto era cosa tuya.
Me dedica media sonrisa y me guiña un ojo.
- Siempre quise poder hablarte en persona, pero siempre me evitas - pone morritos - y sólo hablas con mi hermana.
- No juegues, ahora no, ya te has divertido suficiente a mi costa.
- ¿No te gustó mi regalo?
Sonrío, me quito ideas de la cabeza y vuelvo a ponerme seria.
- Ahora quiero que te vayas, sabes que nunca he querido saber nada de tí.
- Gracias a mí venciste a los demonios del espejo, ¿no te acuerdas? En esa batalla fuimos aliados.
Agacho la cabeza
- Sí, lo sé, pero no es el modo en que las cosas debieron ser.
- Es el modo en el que fueron.
- Mira, te concedo que te diviertas a mi costa, que sigas jugando con mis emociones, que hagas que me planteen cuestiones que muchos desean y pocos pueden siquiera plantearse, pero déjalos a ellos.
Hace como que se sorprende.
- ¿Ahora te preocupan ellos? Conseguiste tu propósito, volver a vencer al demonio del espejo, abandonar sombras y volver a sonreir. Ya no te interesan.
- No es cierto, lo estás volviendo hacer, te lo estás cargando todo. Déjalos en paz.
- Suena a amenaza.
- Lo es. Esta vez no podrás conmigo.
- En eso te equivocas, esta vez eres más mía que nunca.
Y es cierto, acepté su regalo, y ahora le pertenezco. Sólo tengo que encontrar la forma de escapar.
- Propongo un trueque. Tiene que haber algo que me cambiarías por ellos.
- ¿Me estás preguntando que deseo yo? Irónico, yo me preguntaba si sabías que deseas tú en realidad. Lo que quiero está a más de dos metros bajo tierra, de hecho está exactamente a dos por tres metros bajo tierra, - su sonrisa levantaría a un muerto, y probablemente lo haya hecho más de una vez, - es el deseo de tu corazón, y va internándose en la tierra según cavas tumbas. Entrégamelo y los dejaré en paz, te juro que no me acercaré siquiera a uno de ellos.
- ¿Quieres que exhume todos los cadáveres? Tendría que subir al monte de los muertos y remover demasiada tierra, podrían despertar.
- Pero no es eso lo que te preocupa.
- No, lo que me preocupa lo que serías capaz si tuvieras el deseo de mi corazón, que enterré debajo del primero, y que nunca quise recuperar. No quiero que lo cumplas, no ahora.
- Pero lo deseas.

Tiene que haber otra forma, pero ya sé lo que pasará, conozco como acaba la historia. Y lo siento mucho.