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miércoles, junio 28, 2006

La telaraña

Me siento en el bordillo, llueve - me gusta que sea así-. Apuro el cigarro, apenas me queda tabaco y tampoco tengo posibilidades de conseguir más. Intento respirar hondo, pero se hace duro.

La estoy mirando fijamente, cada hilo parece fino, sencillo, recto, fácil. A veces mirando a los extremos veo cinco líneas paralelas y las gotas que resbalan por ellas parece que componen música. Mirando a través veo los símbolos, las líneas, el código, y casi puedo entenderlo, pero la vuelvo a enfocar. Cada hilo de forma enrevesada se cruza con otro y lo corta, hasta formar una intrincada red.

La tejedora está en medio, ha salido de mi cabeza, observa su creación con orgullo, una gran representación y a la vez una gran realidad. Ella se ha convertido en un gran enemigo.

Desenmarañar hilo a hilo la red va a ser una de las mayores tareas a las que me he enfrentado. Quizás no sea la forma, quizás pueda acabar viéndola como un conjunto, mirarla desde fuera y ver no un hilo entretejido, sino una entidad. Pero quizás sea demasiado corta de vista.