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martes, junio 06, 2006

Tres espíritus (I)

El espíritu del pasado

Me despertó una campanada, la una. El recuerdo de un espectro que me había visitado estaba borroso en mi mente, ¿lo había soñado? La ventana estaba abierta, y blancas cortinas flotaban al son del viento. Una figura de baja estatura se recortaba a contraluz en la ventana. Vestía de negro, tenía el pelo largo, y una sonrisa misteriosa.

- ¿Eres tú el espíritu cuya venida me han predicho? - Las palabras no eran mías, pero procedían de mi boca.
- Lo soy.
- ¿Quién y qué eres tú?
- Soy el espíritu del pasado.

De repente la habitación desapareció, nos encontramos en unos jardines, el sol brillaba, y dos chicos estaban tumbados en el cesped, ella temblaba. El chico la besó. Todo volvió a cambiar y volvía a ser de noche, era un callejón que daba a los muros de un castillo, ella lloraba desconsoladamente en brazos del mismo chico. Más tarde estabamos en un retorcida calle, perdida, la misma chica otro hombre, esta vez ella devolvió el beso. Otra vez en las proximidades del muro del castillo, una manta de agua caía del cielo, y la que lloraba no era ella.

- ¡Espíritu! ¡No me enseñes más! Llevame a casa. ¿Por qué disfrutas torturándome?
- Una sombra más.
- ¡Más no! Más no. No quiero verlo. ¡No me enseñes más!

Era una cuesta, un chico tímidamente le coge la mano a la chica, ella sonríe. Otro cambio más, un lugar muy familiar, nadie llora, ella se levanta y se va, enciende un cigarrillo en cuanto él está fuera de vista.

- ¡Déjame! ¡Llévame de vuelta! ¡No me atormentes más!

Vuelvo a estar de vuelta a la habitación, me envuelvo en mi manta, estoy temblando, tengo ganas de vomitar. El espíritu no está, cierro los ojos, y me vuelvo a dormir.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo piensa...

Hablemos de sangre,
de amor y de celos,
de dichas perdidas,
de adioses eternos,
de penas y suerte
negra...
y de ojos negros.

1:38 p. m.  

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