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lunes, mayo 22, 2006

Érase una vez...

Érase una vez una niña, era castaña con el pelo cortito y un poco de flequillo que le tapaba los ojos y siempre se lo quitaba de un resoplido, no es que quisiese ver a su alrededor, simplemente prefería ver lo justo para no tropezarse. Llevaba siempre vestiditos de colores claros y de flores, calcetines calados de punto y zapatitos de charol, no es que le gustara vestir así, simplemente son las madres quienes deciden como visten las niñas de su edad.

Era noche cerrada, sólo la luz mortecina de las farolas y un poco de luz de luna iluminaban el bosque. La niña estaba sentada en un tronco, lloraba como sólo lloran los niños, desconsoladamente, con energía. Estaba rodeada de monstruos y demonios, pero ella escondía la cabeza entre las manos y no los podía ver.

Por un instante simplemente me detuve a mirarla, tanta inocencia en tanta oscuridad, y aun asi sobrevivía... Pero mi cabeza gritaba que la salvara y me acerqué.

- Chica...
Levantó la cabeza y me miró, tenía unos profundos ojos oscuros, pero no negros, los labios, con el inferior mayor que el superior marcaban una mueca de tristeza que rompía el corazón. Tenía los mofletes redonditos y colorados, ojeras, y los ojos casi morados.
- Hola - respondió con una sencillez con la que sólo responden los niños.
- ¿Qué te pasa?
Volvió a romper a llorar y se hacía difícil de entender. Le puse la mano en el hombro y me abrazó, empapándome el pecho de llanto. Yo miraba a mi alrededor, estabamos muy al descubierto, y seguía sin entender que los montruos y las sombras no se nos abalanzasen.
- ¿Qué haces aquí? ¿No te da miedo estar sola?
Me mira sorprendida.
- No, estar sola no da miedo.
- ¿Ni siquiera en un sitio así?
- ¿Lo dices por los monstruos?
- ¿Los ves? - No debería verlos, alguien así ... no debería.
- Sí claro, pero esto me protege - Señaló la cruz de oro que le colgaba del cuello.
- ¿Un amuleto?
Negó muy rápido con la cabeza, sacudiendo el flequillo y volviéndolo a colocar delante de los ojos, sopló por la comisura derecha del labio y dejó un ojo al descubierto.
- No es eso, es lo que representa, no me va a pasar nada, Él es más fuerte que todos ellos.
Yo miraba preocupada alrededor, si nos asaltaban, no podría protegerla mucho tiempo, sólo esperaba poderla sacar de allí pronto, antes de que la niña se diera cuenta, de que las cosas no son tan fáciles aquí.
- Por favor, cuéntame que ha pasado, pero tranquila, sin llorar, necesito saberlo.
- Perseguía mi sueño - su labio inferior volvió a caer hacia abajo, a punto de llorar otra vez - Iba a caballo y llevaba una capa negra, era mi chico, lo sé.
- ¿Tu qué?
- El chico que será el amor de mi vida, tu sabes, con el que me casaré.
- Pero... eres muy chica, ¿por qué creiste que era él?
- Lo sé, era, sé que no es el momento, pero pensé que podría ahorrarme tiempo si lo perseguía. Pasó tan cerca de mí, que pensé que podría alcanzarlo, y ahora me he perdido.
- Entiendo, no debiste perseguirlo de esa forma, sobre todo si sabías que no era el momento.
- Tu también estabas. Te vi cuando le vi a él, estabas más cerca, pero ni siquiera lo viste, estabas luchando con un demonio y no te diste cuenta de que pasaba a tu lado, pero creo que él si te vio.
- Puede ser, he estado luchando con uno hasta hace poco.
Me miró a los ojos directamente, intenté apartar la mirada, tenía miedo de lo que podría ver en ellos, pero no se perdió.
- Te conozco.
- ¿Cómo?
- Eres tú, ¿no?
La miré a los ojos directamente, y vi lo mismo que ella. Un terror se apoderó de mí, esto no debía estar pasando, aunque no sé porqué me extraño, si aquí los mundos se confunden, ¿por qué no los tiempos?
- Vámonos de aquí.
Se mordió el labio y asintió. Pronto estábamos lejos de allí. Entró por su puerta y se despidió.
- Nunca escucharé mis propios consejos, ¿verdad?
Sonreí
- No.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo piensa...

En una ocasión todos fuimos niños... incluso Eargit lo fue... la magia que poseen es mucho mayor de lo que piensan, es tan poderosa que pueden proyectarla sobre pequeños objetos y creer que son éstos los que los protegen.
Es posible que ese poder sea lo que te ha llevado a encontrarte con ella, puedes llamarlo como quieras, pero siempre será más fuerte que nada conocido en el mundo de luz...

Ahora que sus lágrimas te han calado... ahora que esa esencia de poder está en tu pecho puedes mirar
en tu cinto, en la empuñadura de la espada y en su brillante filo encontrarás algo diferente... el cambio es siempre para mejor... y siempre cambia...

pues su puerta siempre será la tuya y ha pasado al otro lado para encontrarse contigo...

11:49 a. m.  
Anonymous Anónimo piensa...

¿Estar sola no da miedo? Ella nunca está sola. El miedo sólo viene cuando se le olvida. Y sólo se pierde cuando sigue la senda amplia y llana, aquélla que la alejas de sus sueños.

"¿Tienes el valor necesario para realizar tus sueños? Ven, toma mi mano... Fantasía te espera."

11:24 p. m.  

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