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viernes, junio 16, 2006

Una visita al cementerio

Hoy visité a alguien que hacia mucho que no visitaba, murió, pero ésa no es excusa para no hacer una visita de vez en cuando. Con el cielo de color gris plomo se hace difícil distinguir si es de día o de noche, y la niebla que cubre hasta la rodilla hace difícil no tropezarse con las lápidas. Supongo que para alguien que tiene más asumida la muerte que la vida, éste es el lugar idóneo para pasar la eternidad.

Estaba cantando, como siempre, revuelve el alma, un coro entero parece cantar un requiem, su magia siempre ha sido muy poderosa. Comparados con los problemas que se tiene estando muerto, los problemas de los vivos parecen triviales, aun así, siempre me ha escuchado.

- ¿Ya te has cansado de la vida? ¿Vienes a acompañarme?
- Todavía tengo cosas que hacer, ya lo sabes.
- Pero tenía que intentarlo.
Sonrío. Las conversaciones siempre empiezan igual.
- Entonces vienes a contarme problemas de vivos.
- Sí.
- Sabes que no los comprendo.
- Los vivos tampoco, y aun así los crean.
Sonríe.
- Los vivos siempre tan aburridos que necesitan crearse sus propios problemas.
- No sé si es aburrimiento o insatisfacción propia.
- Es aburrimiento créeme.
- Por eso me gusta el mundo de la oscuridad, aquí se trata igual a un ángel que a un demonio, por muy distintos que sean y por muy distinto que actúen, las consecuencias son iguales para todos, luchen del lado del bien o del mal, o simplemente no luchen y observen, incluso si luchan para ambos bandos.
- Y entonces ¿por qué elegiste bando si podias ser de ambos?
- Porque tengo unos principios.
Ríe.
- Una vez se acaba la vida, se acaban los actos y solo queda el pensamiento, los principios de actuación carecen de sentido. Los actos desaparecen y aparece la persona.
- Pero mientras viva mis actos me definen.
- Por eso no entiendo que sigas viviendo, yo sigo aquí esperándote.
- El tiempo significa poco para tí.
- Te equivocas, aquí el tiempo es todo, es la eternidad.
- Pronto estaré contigo.
- Te equivocas otra vez, sabes que todavía tienes cosas que hacer.
Sonrío. Las conversaciones siempre acaban igual.

Habiéndome acostumbrado a la niebla tropiezo menos de vuelta. Es agradable hablar con muertos de vez en cuando.