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miércoles, junio 07, 2006

Tres espíritus (III)

El espíritu del futuro

Sonaron tres campanadas, las tres. El Espíritu se aproximaba con paso lento, grave y silencioso. Era alto, tenía el pelo largo y moreno, los ojos claros y los rasgos arábigos. Le rodeaba una nube de humo, quizás del cigarrillo que sostenía, pero parecía cargada de penumbra y misterio. Extendió la mano hacia mí.

- ¿Estoy en presencia del Espíritu del Futuro?

No dijo nada y siguió con la mano extendida. Entre el humo le seguí y empecé a escuchar voces.

-¿Cómo estás? -dijo uno.
-¿Cómo estás? -replicó el otro.
-Bien. Al final la niña tiene lo suyo, ¿eh?
-Eso he oído. Hace frío. ¿verdad?

Las voces fueron acallando y pronto sólo había silencio. Entre el humo empecé a distinguir lápidas, estaba en un cementerio. El enterrador estaba cavando una tumba, y el espíritu señaló con el dedo la lápida. No me atrevía a mirar.

- Antes de acercarme más a esa piedra, respóndeme a una pregunta: ¿Es todo eso la imagen de lo que será o solamente la imagen de lo que puede ser?

El Espectro siguió señalando a la tumba junto a la cual se hallaba.

- Las decisiones de los hombres simbolizan ciertos objetivos que, si perseveran, pueden alcanzar pero si se apartan de ellas, los objetivos cambian. ¿Ocurre lo mismo con las cosas que me muestras?

El dedo se dirigió de la tumba a mí y de mí a la tumba. Tropiezo, caigo al hoyo y se cierra la tapa del ataud, empiezan a echar tierra encima. Yo grito arañando y golpeando las paredes.

- ¡Aún sigo viva! ¡Aún sigo viva! ¡Seguiré luchando!

Me despierto de un sobresalto, estoy en la cama, pero tengo una quemadura de cigarro en brazo, y las uñas llenas de tierra, aún me falta el oxígeno. Creo que esta vez he gastado una de mis vidas.