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lunes, junio 19, 2006

Una mañana

El edificio parecía estar abandonado, apenas recordaba nada de la noche anterior, estaba sentada en una esquina con los pantalones vaqueros desgarrados y una camisa que no era mía. De vez en cuando imágenes de pelea, de fuego y de huida vienen a mi mente, pero no logro mantenerlas, y no consigo conectarlas. Tanteo el bolsillo de la camisa y encuentro un paquete de tabaco, no es lo que suelo fumar pero consigo encenderme uno, poco a poco las imágenes dejan de aparecer.

Intento incorporarme, me duele todo el cuerpo, camino con cuidado por la gris habitación para no clavarme los cristales en los pies descalzos, el dolor de pies me indica que anoche llevaba tacones, pero ni idea de dónde pueden estar. Busco instintivamente una gomilla en mi muñeca, para recogerme el pelo, me doy cuenta de que ya lo he recogido todo lo que he podido. Necesito un café.

Bajo unas escaleras de madera que crujen demasiado y salgo a la calle. A mi alrededor nadie murmura, ni me señala, creo que por ésto adoro esta ciudad. Entro en una cafetería y pido un café, agua sucia, pero algo es algo. Un poco de agua en la cara, y salgo a la gris luz del día. Me queda un largo camino a casa.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo piensa...

Podría haber sido una mañana en palacio, exceptuando el café (espero que sea más que agua sucia) y las escaleras de madera.... ¿El enemigo? La cama, por supuesto.

5:33 p. m.  

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