Sed de sangre

He estado poco alerta estos días, y dejé que se acercara demasiado. Cuando me dí cuenta sólo me quedaba un ansia de sangre poco común a mí. Alguna clase de demonio me había mordido. Un poco aturdida ni siquiera notaba la punzaba, mis sentidos estaban puestos en oir la llamada que calmaría mi sed, pero me entregaría por completo a él.

Para una persona suficientemente fuerte, resistirse a la llamada consiste en calmar la ansiedad con algún tipo de droga o vicio, pero si la llamada era suficientemente fuerte, sólo existían dos finales, o el demonio o la locura. Pero esto no me preocupaba demasiado, sólo tenía que acabar con el demonio para acabar con la llamada. Lo peligroso era que en mi sangre había demasiadas cosas que el demonio no sabría controlar, cosas que no debería poseer ningún ser mortal, y que un demonio podía desatar.

Todavía pitándome los oidos por el último cigarro, salí a buscarlo, pero el demonio parecía estar aún más desorientado que yo y la llamada era intermitente. Dejé que mi instinto y la vida me guiara, y acabé en uno de estos sitios que está en ambos lados. Siempre me asombré de la capacidad que tienen las personas de no ver lo que no quieren ver, porque allí en el urbano había demasiados seres oscuros como para no darse cuenta. Tequila, tinto y tabaco, y una sed que sólo el demonio podía calmar, pero ninguna señal de cómo encontrarlo. Todavía me tambaleaba dando por perdida la búsqueda, pero lo sentí cerca y me acerqué a un bar, Nosferatu, muy indicativo, estaba muy cerca, pero el sol salió y le perdí la pista.

Lo he estado buscando, sabiendo que si acababa con él acabaría la sed, pero no he vuelto a oir la llamada, creo que mi sangre lo mató, sólo espero que lo hiciera antes de que encontrara a alguien a quien infectar, o a algún demonio con poder para usarla.